ECLESIASTES: en hebreo es Qohéleth, "Predicador".
El que habla se aplica a sí mismo este título (cap.1: 12 ). Qohéleth se refiere
probablemente al que "convoca" una reunión, o al "orador" o
"predicador" oficial de una reunión tal. La forma hebrea femenina, y
su uso con una forma verbal de género femenino en el cap. 7: 27, sugiere la
posibilidad de que -tal como se usa en Eclesiastés- designe no sólo a Salomón
como "predicador", sino también a la sabiduría divina que habla por
su intermedio. Figuradamente, la Sabiduría se dirige al pueblo (Prov. 1: 20).
De esta manera Qohéleth aparece como instrumento para la comunicación de la
sabiduría divina, y también como la Sabiduría personificada. El Espíritu Santo
quería que se entendiese que la enseñanza de Salomón se dirigía a la "gran
congregación", a saber, la iglesia de Dios en todos los lugares y en todas
las épocas. Aunque Salomón ocupó un lugar eminente entre los reyes hebreos,
tanto en sabiduría como en prosperidad temporal, relata en Eclesiastés la
inutilidad de todas estas ventajas para lograr la felicidad verdadera y
estable. ¿Y cómo alcanzará el hombre la felicidad? Cooperando con su Creador y
cumpliendo así el propósito divino para la existencia humana. El predicador una
vez que medita en la incertidumbre de la felicidad, discurre sobre la desgracia
real que llena el mundo. Para un mundo lleno de angustia, el "sabio"
no propone una especie de "bienestar social" como la solución de las
desigualdades o injusticias humanas. Cuando concluye su presentación, el
predicador presenta una serie de sugestiones prácticas. Como individuos,
debemos prestar toda la ayuda posible a los pobres y a los dolientes; pero lo
más importante es que rindamos a Dios el corazón y los afectos, que le
obedezcamos, y así nos prepararemos para el juicio final. El Eclesiastés
proporciona así una sana filosofía de la vida, del propósito de la existencia
del ser humano, de su deber y de su destino. El libró de Eclesiastés es
"el relato de su insensatez y su arrepentimiento" (PR 62), una
descripción de "los errores que le habían hecho malgastar inútilmente los
dones más preciosos del cielo" (PR 58).
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