OSEAS: Heb. Hoshea' es una forma abreviada del Heb. Hosha'eyah (Jer 42: 1; 43:
2), que significa "Yahweh ha salvado". Óseas pertenecía al reino del
norte, Israel, y allí ejerció su ministerio. Óseas debe haber empezado su
ministerio mucho antes de 753 a. C., y tuvo que haber continuado en actividad
hasta algún tiempo después de 729 a. C. Vivió en el período más tenebroso de la
historia del reino de Israel, precisamente antes de que la nación fuera llevada
al cautiverio por Asiria. Como el libro de Óseas no hace mención ninguna de
este acontecimiento, es probable que fuera escrito antes de la ruina final del
reino del norte. En los días de Jeroboam II, Israel prosperó materialmente y
progresó más que en cualquier otro tiempo desde los reinados de David y Salomón.
Sus límites por el norte eran casi tan extensos como los que existieron en los
días de aquellos reyes (2 Rey. 14: 25, 28). Sin embargo, esta gloria externa
sólo hacía destacar más la decadencia moral interior y la declinación
espiritual del pueblo. La anarquía política y la falta de gobierno
caracterizaron esos tiempos. Hubo reyes que ascendieron al trono después de matar
a sus predecesores, y a su vez ellos fueron asesinados. Oseas se refiere varias
veces al culto idolátrico al becerro levantado por Jeroboam I (1 Rey. 12), como
causa principal de la impiedad de Israel. Este culto al becerro quizá preparó
el camino más tarde para un culto más cruento y más inhumano que se ofrecía en
honor de Baal y Astoret: la espantosa abominación del sacrificio de niños y la
inexplicable degradación de una desenfrenada sensualidad. La adoración a la
criatura desplazó la adoración al Creador. Ningún mandamiento del verdadero
Dios era obedecido. Prevalecían la falta de honradez, la desconfianza mutua y
la falsedad frente a Dios y al hombre. En los prósperos días de Jeroboam II se
derramaba sangre en abundancia, y se estimulaba el lujo en todas sus formas.
Por regla general, se pervertía injusticia y se oprimía a los pobres. El
adulterio era una práctica religiosa. Todos los niveles sociales se habían
corrompido y la blasfemia y el escepticismo caracterizaban a la corte real. Los
sacerdotes, entregados enteramente a la idolatría, se unían con el pueblo en su
pecaminosidad, y aumentaban la corrupción que imperaba en el país. Oseas fue
llamado por Dios para que se opusiera a esa inundación de maldad del reino del
norte, y para que levantara diques de reprensión, condenación y súplica: de
súplica basada en el eterno amor de Dios por sus hijos descarriados. Pero los
ruegos de Óseas no fueron escuchados por un pueblo apóstata. La impía nación
impenitente e inconversa, se aferró a su rebelde conducta, y fue llevada al
cruel cautiverio del yugo asirio. Óseas dio el último mensaje de Dios al reino del
norte antes de su caída en 723/722 a. C. El tema predominante del libro de
Óseas es el amor de Dios para con su pueblo extraviado. Las experiencias por
las cuales pasó el profeta en su vida familiar y los sentimientos de su propio
corazón para con su esposa infiel, le dieron una idea de las profundidades
insondables del amor del Padre para su pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario