SALMOS: Psalmós es la traducción griega del mizmor hebreo, nombre técnico de
muchos de los salmos. Psalmói, plural de psalmós o sea una canción entonada con
acompañamiento de instrumentos de cuerda. En la Biblia hebrea el título del
libro es Tehillim, "alabanzas"; y en la literatura rabínica, Séfer
Tehillim, "libro de alabanzas". Los hebreos dividían sus escritos
sagrados (el AT) en tres partes: la Ley (Torah), los Profetas (Nebi'im) y los
Escritos (Kethubim). Esta última incluía los tres libros poéticos: Salmos,
Proverbios y Job; los cinco rollos (Megilloth): Cantares, Rut, Lamentaciones,
Eclesiastés y Ester, y los libros históricos de Daniel, Esdras, Nehemías y
Crónicas. Como se consideraba que Salmos era el más importante de los Escritos,
ese título a menudo designaba a todo el grupo. Los salmos son la obra inspirada
de varios autores. Toda la colección en su forma final fue reunida posiblemente
por Esdras, Nehemías o algunos de los escribas inmediatamente posteriores.
David fue el más destacado de los salmistas. Aproximadamente la tercera parte
de los salmos no lleva sobrescrito alguno; por lo tanto, son enteramente
anónimos (se los llama salmos huérfanos). Se ha pensado que entre los
compositores de los salmos hubo otros personajes meritorios del AT tales como
Esdras, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Hageo.
Una parte importante del culto del templo era
el canto de los salmos por coros antifonales, que se hacía en forma de recitado
con ligera entonación musical o por el coro y la congregación en estilo
antifonal. David fijó este modelo al confiar un salmo "para celebrar a
Jehová" en las manos de Asaf y sus hermanos cuando llevó el arca a la
tienda recientemente levantada para ella en Jerusalén (ver 1 Crón. 16: 7-36).
Según la Mishna y el Talmud se asignaba un salmo para cada día de la semana,
para cantarlo después del sacrificio diario cuando se vertía la libación de
vino.
Se escogieron salmos especiales como adecuados
para las grandes fiestas: Los Sal. 113-118 para la Pascua; el Sal. 118 para el
Pentecostés, la fiesta de los Tabernáculos y de la Dedicación; el Sal. 135 para
la Pascua; el Sal. 30 para la dedicación; el Sal. 81 para la nueva luna, con el
Sal. 29 para el sacrificio vespertino de ese día; y los Sal. 120-134 para la
primera noche de la fiesta de los Tabernáculos.
En la sinagoga las oraciones diarias reemplazaron
a los sacrificios del templo, y se hizo corresponder lo más posible el servicio
diario con el del templo. Después de la destrucción del templo se usaban los
salmos como oraciones junto con la lectura de la Ley y los Profetas, y
proporcionaban así una comunión constante con Dios en el culto público. Se
usaban determinados salmos para ocasiones especiales: el Sal. 7 para Purim; el
Sal. 12 para el octavo día de la fiesta de los Tabernáculos; el Sal. 47 para el
año nuevo; los Sal. 98 y 104 para la luna nueva; los Sal. 103 y 130 para la
expiación. La gente sabía de memoria los grandes hallel, o
"aleluyas": Sal. 104-106; 111-113, 115-117, 135 y 145-150, que se
usaban como expresiones de agradecimiento público.
La característica principal de la poesía hebrea
es la cadencia de pensamiento llamada paralelismo o estructura equilibrada, en la
cual se juntan versos dentro de una variedad de moldes. Esta estructura
peculiar se ha comparado con el flujo y reflujo del mar, y, en palabras de un
escritor alemán, al "elevamiento y hundimiento alternos del corazón
atribulado". El paralelismo tiene 3 formas básicas:
1.- Paralelismo sinónimo. El pensamiento se repite
inmediatamente con palabras e imágenes diferentes. Los dos versos forman un
dístico de ideas unificadas.
2.- Paralelismo antitético. Aquí se contrasta o se
invierte el pensamiento en la línea siguiente; dos pensamientos se contraponen
mutuamente.
3.- Paralelismo sintético. En éste, el segundo
verso del dístico añade un pensamiento afín al del primero, o completa el
pensamiento.
El libro de Salmos podría clasificarse en:
Naturaleza; históricos y nacionales; didácticos; mesiánicos; penitenciales;
imprecatorios, Oración, adoración y alabanza; Peregrinación; alfabéticos o
acrósticos.
Los salmos se dividen en 5 libros posiblemente
para imitar los cinco libros de la ley de Moisés.
Libro
primero: Sal. 1-41, que
termina con una doxología y un doble "Amén" (Sal. 41: 13).
Libro segundo: Sal. 42-72, que
termina con una doble doxología, un doble "Amén", y la leyenda:
"Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí" (Sal. 72:18-20).
Libro tercero: Sal. 73-89, que
termina, como el libro primero, con una doxología y un doble "Amén"
(Sal. 89:52).
Libro cuarto: Sal. 90-106, que
termina con una doxología, un "Amén" y un aleluya ("Bendito
Jehová Dios de Israel”, Sal. 106:48 Libro
quinto: Sal. 107-150, termina con el Sal. 150, que comienza y termina con
un aleluya ("Alabad a Dios"), y es en sí mismo un prolongado aleluya.
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