REYES: Los libros de
los Reyes se parecen más a una compilación de material reunido por un redactor
que a una producción original de un solo autor. Su contenido es de gran valor
fidedigno desde un punto de vista histórico. Datos extraídos de fuentes
antiguas por hombres inspirados fueron reunidos y ordenados en un marco con un
diseño específico, con comentarios que indican un profundo propósito religioso.
Muchas informaciones provienen directa o indirectamente de registros oficiales
de la corte o del templo. Hay narraciones sin duda tomadas de registros
conservados en las escuelas de los profetas. Los relatos se presentan a veces
con gran contenido dramático y en otras ocasiones con sobrios juicios
moralizadores. Pese a la diversidad de los documentos originales, existe una
evidencia notable de un plan único y regular. Los relatos de los diversos reyes
son presentados mediante una fórmula fija para el comienzo y fin de cada
reinado. Se pronuncian juicios en los cuales se compara a los reyes con sus
predecesores buenos o malos. Ciertas peculiaridades de pensamiento y expresión
que abundan a través de los dos libros de Reyes, demuestran claramente que un solo
individuo tuvo una parte importantísima en reunir su contenido y darle su forma
actual, el cual pudo haber sido Jeremías según afirma la tradición judía. El
que compiló estos libros tenía un profundo motivo religioso y una meta muy
práctica. Los hijos de Israel eran el pueblo de Dios, y debían cumplir con el
propósito divino y vivir en la tierra los principios del reino de los cielos.
La justicia debía ser el verdadero fundamento de la prosperidad nacional. El
pecado produciría únicamente ruina. Si fuera fiel a su misión divina, la nación
crecería en poder y grandeza. Si los reyes y gobernantes no vivieran de acuerdo
con el propósito divino, Israel perecería como nación, porque no podría existir
sin rectitud y sin Dios.
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